Las ballenas azules y otras ballenas baleen, que filtran el agua de mar a través de sus bocas para alimentarse de una pequeña vida marina, una vez repleta de los océanos de la Tierra. En el siglo XX, 1,5 millones de ballenas baleadas fueron sacrificadas en el hemisferio sur, incluido más del 95% de las especies más grandes, aleta (Balaenoptera Physalus) y ballenas azules (Balaenoptera musculus). Contrariamente a las expectativas, la biomasa de Krill en los antiguos terrenos balleneros disminuyó bruscamente (más del 80%) en las décadas posteriores a la ballena, particularmente en el Océano Austral. Una teoría reciente propone que las ballenas no eran solo depredadores en el medio ambiente oceánico. Los nutrientes que las ballenas excretaron pueden haber proporcionado un fertilizante clave a estos ecosistemas marinos. Nueva investigación dirigida por el Universidad de Washington apoya esa teoría. Encuentra que excrementos de ballenas contienen cantidades significativas de hierro, un elemento vital que a menudo es escaso en los ecosistemas oceánicos, así como las formas no tóxicas de cobre, otro nutriente esencial que en algunas formas puede dañar la vida.
Disrupción del reciclaje de hierro y cobre del ballena industrial. Crédito de la imagen: Monreal et al., doi: 10.1038/s43247-024-01965-9.
«Hicimos mediciones novedosas de las heces de ballenas para evaluar cuán importantes son las ballenas para reciclar nutrientes importantes para el fitoplancton», dijo Patrick Monreal, un estudiante de doctorado de la Universidad de Washington.
«Nuestro análisis sugiere que la decimación de las poblaciones de ballenas Baleen de la ballena histórica podría haber tenido mayores implicaciones biogeoquímicas para el Océano Austral, un área crucialmente importante para el ciclo global de carbono».
El Océano Austral que rodea la Antártida alberga poca vida humana, pero se cree que juega un papel importante en el clima global.
Las fuertes corrientes circumpolares llevan agua profunda al océano a la superficie.
Enormes flores de organismos similares a las plantas conocidas como Poblaciones de Krill de fitoplancton, que todavía se cosechan en aguas desprotegidas hoy para acuicultura y alimentos para mascotas.
Para investigar qué papel pueden haber jugado los excrementos de ballenas en este ecosistema, Monreal y sus colegas analizaron cinco muestras fecales de ballenas baleadas.
Dos muestras eran de ballenas jorobadas en el Océano Austral y tres eran de ballenas azules en la costa central de California.
«Lo bueno, supongo, es que los excrementos de ballenas flotan», dijo el Dr. Randie Bundy, investigador de la Universidad de Washington.
«Los investigadores lo recolectan utilizando una red adjunta a un frasco para recolectar la sustancia que generalmente se encuentra como un material fangoso o en la suspensión».
«La hipótesis es que las ballenas en realidad estaban agregando nutrientes al ecosistema que estos fitoplancton pudieron usar, por lo que florecerían más y luego el krill podría comerlos».
Investigaciones anteriores habían encontrado cantidades significativas de nutrientes importantes, como el nitrógeno y el carbono, en las muestras de excremento de ballenas.
En cambio, el nuevo estudio buscó metales que son escasos lejos de la tierra y, a menudo, son un factor limitante para el crecimiento de los ecosistemas oceánicos.
«En el Océano Austral, el hierro se considera uno de los nutrientes más escasos o limitantes que el fitoplancton necesita sobrevivir», dijo el Dr. Bundy
El hierro estaba presente en todas las muestras. Los investigadores también encontraron otro metal, cobre.
“Nos sorprendió mucho cuánto cobre había en el excremento de ballenas. Inicialmente pensamos, oh, no, ¿la caca de ballenas es realmente tóxica? Dijo el Dr. Bundy.
«Un análisis posterior mostró que las moléculas orgánicas conocidas como ligandos unidos a los átomos de cobre las transformaron en una forma segura para la vida marina».
«Otros ligandos ayudaron a que el hierro sea accesible para los organismos vivos».
«Todavía no sabemos la fuente de los ligandos, pero sospechamos que pueden provenir de bacterias en los estómagos de las ballenas».
El resultados fueron publicados el 10 de enero en la revista Comunicaciones Tierra y medio ambiente.
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PJ Monreal et al. 2025. Ligandos orgánicos en el excremento de ballenas respaldan la disponibilidad de hierro y reducen la toxicidad del cobre en el océano superficial. Commun Earth Environ 6, 20; doi: 10.1038/s43247-024-01965-9
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