La novela corta “Perdido en el Banco de Memoria”, publicada en 1976 por el escritor estadunidense John Varley, nos ubica en un universo ficticio cuando los humanos ya viven en la Luna después que tan solo unos tres mil sobrevivieron a la devastación del planeta. Se han adaptado y ahora su mundo es totalmente tecnificado y cuentan con lugares idénticos a la Tierra, a los que van de recreo como el Disneyland Kenia de la Luna.
La obra está inscrita en el género de Ficción Científica o Ciencia Ficción, expresión más divulgada: “Narraciones irreales que describen los impactos que producen los avances científicos y tecnológicos en mundos ilusorios y atemporales (sin referencia a un tiempo definido) pasado, presente, futuro.” Cuando se aborda este género es importante recordar siempre que, quien lo inventó en 1818, fue una mujer: Mary Shelly, con Frankenstein o El moderno Prometeo (nombre completo de la obra.) Si cada vez lo decimos, esperemos que todos ya la aclamen como “La Madre de la Ciencia Ficción.”
Antes de ir a la obra veamos primero qué es la Ingeniería Genética: “La manipulación directa de los genes de un organismo usando biotecnología para modificarlos, ya sea eliminado, duplicando o insertando material genético.” “Proceso donde se utiliza la tecnología del ADN recombinante (ADNr) para alterar la composición genética de un organismo.”
El término ingeniería genética se conoce desde los años 70, y describe la tecnología del ADN recombinante: “Clonación de partículas muy pequeñas de ADN y su cultivo en bacterias.” Lo más común es que un gen de otra especie se introduzca en el genoma de un organismo para producir el fenotipo deseado. “Acontecimiento que no sucede en la naturaleza -dice el científico David M. Bodine- es algo que producimos en tubos de ensayo en el laboratorio. Y después se toma lo que hemos producido y se propaga en diferentes organismos que van desde células de bacterias, levaduras, plantas y animales.” A la fecha ha evolucionado a un campo enorme donde genomas completos pueden ser clonados y transferidos de una célula a otra.
Con esta reseña vamos a la novela. Como dijimos, los humanos han tecnificado su nuevo mundo, han eliminado todos los gérmenes nocivos al grado que ya los medicánicos (médico-mecánico): “No necesitan llevar guantes como lo hacían los cirujanos, ni siquiera lavarse las manos. No hay peligro de infección.” El cuerpo como el cerebro son tan solo máquinas, que pueden ser reparados o, en el mejor de los casos, cambiados. “¿Qué había que fuera tan difícil en la medicina? Solo un poco de sentido mecánico y una mano firme. Gran parte del mantenimiento del cuerpo lo hacían ellos, dejando la consulta al trabajo importante.” Y si algo llegara a estar mal, todos contaban con un seguro para ser clonados totalmente, el percance era algún olvido de días o semanas de recuerdos.
Fingal, un oficinista enfermo de nervios, por sugerencia de su psiquiatra va de vacaciones a Disneyland Kenia de la Luna. Toma el paquete para que el contenido de su cerebro mediante un AFFN: Ácido Ferro-Foto-Nucleico, variante del ADN pueda ser anudado por campos magnéticos y luz, y activado mediante cambios químicos. Todos sus recuerdos pasarán a un cubo de memoria, llamado Multiholo y será trasladado a una hembra de león (más barato que los machos) y vivir experiencias que calmen sus nervios. Vemos que el precio sí cuenta, la hembra tiene que cazar y el macho se lo quita.
Sumémosle que el día que se realizó la transferencia, unos niños-estudiantes estaban en el laboratorio, un travieso cambió las tarjetas y… el cuerpo de Fingal se ha extraviado. Los técnicos deciden conectarlo al banco de memoria del parque. Fingal va estar en ese espacio tres años, en los que hace muchos deterioros al sistema. Cuando lo regresan, solo han pasado seis horas.
La lectura nos revela que, aunque sigamos los valores éticos y morales, es probable que la ficción algún día se vuelva realidad.
Hugo G. Freire
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