“Soy Betty, he vivido dos años con cáncer y no lo sabía”, quizá es la historia que no hubiéramos querido escuchar pero que nos resuena en lo más profundo del corazón, porque el cáncer llega sin avisar y porque muchas veces nos damos cuenta hasta que es demasiado tarde.
Como Betty hay muchas mujeres que viven los síntomas y piensan que es algo normal. En su caso, esta valiente mujer pensó en un principio que solo tenía periodos abundantes, pero tras varias visitas al médico y malestares por fin lo supo, el cáncer estaba invadiendo su cuerpo.
Este mes de octubre rosa, te compartimos historias como las de Betty para que vivas sin miedo, para que estés alerta y puedas actuar a tiempo por ti y por los tuyos, para que el cáncer no vuelva a robarnos ninguna vida más y para que juntas, llenemos de valor a esas mujeres que luchan contra él.
La historia de Betty es una que puede ocurrirle a cualquiera de nosotras y que nos confirma que la salud es primero, que nuestro cuerpo sabe cuando algo no está bien y a que a veces, nuestro corazón sabe la verdad antes de que lleguen los resultados de unos estudios médicos, también nos enseña la importancia de contar con el apoyo de nuestros seres queridos.
Betty, el cáncer llegó a su vida de forma silenciosa y hoy pone toda su fe en Dios
Betty cuenta que en el 2019 visitó al ginecólogo porque tenía sangrados abundantes. El especialista le hizo estudios y le dijo que su endometrio se veía muy grueso pero que era un problema hormonal que mejoraría si bajaba de peso.
Aunque Betty preguntó si había quistes o algo más el doctor dijo que no y algo en su interior le decía que había algo más…
Un año después con la llegada de la pandemia dejó de ir al doctor, la recomendación era no salir de casa en la medida de lo posible y como muchos, Betty siguió las indicaciones del gobierno, pero sus sangrados no cesaban y lamentablemente se acostumbró, se decía a sí misma que eran periodos abundantes y que ya iría con el médico después.
En el 2021 acudió al nutriólogo y logró bajar siete kilos en solo un mes, pues su salud no estaba bien y los estudios indicaban que estaba a punto de sufrir un infarto por el sobrepeso que ya había afectado su presión arterial y otras áreas de su organismo. El cáncer se escondía y más adelante se revelaría como el protagonista de su malestar.
Tras perder peso como el ginecólogo le había sugerido hace casi dos años, Betty hizo otra cita con su médico y afortunadamente estaba de vacaciones, esa coincidencia le permitió actuar pues la doctora que la recibió en su lugar fue quien detectó que había algo más delicado y luego de ordenar los estudios correspondientes, llegó el diagnóstico que tanto temía Betty.
Al visitar a la doctora Betty no solo lucía mal sino que lo sentía, mucho cansancio, deterioro físico, anemia y un mes después, le llamaron para avisar que sus resultados estaban listos y que debía ir acompañada al médico. Su corazón dio un vuelco y estaba en lo correcto…
“Me puse a llorar y mi esposo me dijo que todo estaría bien, pero yo sabía que no era así…llegamos al hospital y el ginecólogo me dijo que tenía cáncer de endometrio… ya no escuché nada, solo lloré y pensé voy a morir, pensé en mis hijos, en mi esposo y me pregunté por qué a mí, qué hice mal..”
De ahí en adelante el médico le explicó a Betty lo que seguía, ir a la oncóloga, confirmar diagnóstico y hacer otros estudios para saber qué tan avanzado estaba el cáncer. La mente de Betty estaba en automático, ella simplemente buscaba cómo aferrarse a la vida.
En medio de todo eso habría otro susto, pues la tomografía arrojó que había algo en sus pulmones y los médicos temieron que el cáncer se hubiera expandido a otras áreas de su cuerpo, pero no fue así. Tras confirmar que Betty tenía cáncer de endometrio etapa dos, se le pidió bajar más de peso para someterse a una operación donde le quitarían el útero y los ovarios, tratando de quitar todo el cáncer que había en su cuerpo.
“…fueron días muy difíciles pensando lo peor, sentí que mi cuerpo era una bomba que en cualquier momento explotaría, veía a mi pequeño de 6 años y mi corazón se partía…ahora solo tengo que seguir bajando de peso, mi cabeza está revuelta, pienso tantas cosas, estoy aterrada no quiero morirme… siento que será tan doloroso que poco a poco iré apagándome, quiero ser fuerte y luchar, solo pido a Dios que me dé fortaleza y no pierdo la fe, pero de algo estoy segura, esto no es un castigo, si yo hubiera hecho caso antes no estuviera pasando esto pero el hubiera no existe, mi vida cambió por completo y vivo cada día, disfruto cada momento”.
Por ahora, Betty está decidida a luchar contra el cáncer hasta el último momento y comparte su historia para que otras mujeres no dejen pasar el tiempo, para que no ignoren las señales de alerta y visiten al médico, un diagnóstico a tiempo puede salvarnos la vida.
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