Existen varios casos de personalidades que han gestionado su divorcio en silencio, evitando de esta forma que el proceso genere dramas en los medios.
El cotidiano desplazamiento por las redes sociales nos expone constantemente a las separaciones de las personalidades famosas. En lugar de optar por los comunicados oficiales aburridos y llenos de marketing, las figuras públicas eligen en la actualidad formalizar sus quiebres a través de publicaciones, permitiéndoles dar a conocer la noticia sin depender de intermediarios.
Así, al mezclarse entre memes y noticias, las rupturas de los famosos se fusionan con el material compartido por amigos y familiares. Esto refuerza las conexiones parasociales, creando la sensación de estar un poco más cerca de los famosos. Es precisamente por esto que cuando nos damos cuenta de que han estado ocultando información durante un tiempo, experimentamos no solo sorpresa, sino también, de alguna manera, una sensación de traición.
Podríamos pensar que las celebridades se inclinarían hacia quiebres que fácilmente pueden ser anunciados por Gwyneth Paltrow, dada la afectuosidad, el respeto y la empatía expresados en sus comunicados de separación. Sin embargo, ahora nos encontramos con las separaciones silenciosas, una tendencia en la actualidad. Estos son quiebres que tuvieron lugar hace un tiempo considerable y de los cuales nos enteramos con tanto retraso que resulta inevitable no mostrar sorpresa ante el titular.
Posiblemente, el ejemplo más destacado sea el de Will Smith y Jada Pinkett Smith, quienes pasaron siete años separados sin que tuviéramos conocimiento alguno al respecto. De forma similar y poco tiempo después, nos dimos cuenta de que Meryl Streep y Don Gummer llevaban en divorcio seis años.
En el contexto de la falta de privacidad y la sobreabundancia informativa, estas revelaciones impactan mientras generan la interrogante de si acaso sería más beneficioso no apresurarse en compartir noticias. En lugar de ello, se plantea la priorización del autoconocimiento y el autocuidado antes que sorprender con un titular impactante. Esta idea da una pauta a que mantener el divorcio en silencio podría ser la mejor opción para la recuperación.
Un lujo que todos desean: El silencio y la confidencialidad
Las separaciones discretas se han vuelto usuales en Hollywood, gracias al recurso de jueces privados utilizado por figuras como Chris Pratt y Elon Musk. Jill Robbins, la conocida jueza privada que dirigió el divorcio de Brad Pitt y Jennifer Aniston, compartió en una entrevista que, contrariamente a las expectativas, la mayoría de sus clientes no son celebridades, sino profesionales como médicos, dentistas, abogados y ejecutivos de seguros de vida. Ocultar las rupturas no es algo reservado únicamente para las celebridades, ya que la búsqueda de privacidad es tan anhelada por personas comunes como por las figuras públicas. En una era en la que los secretos son escasos, apreciar la confidencialidad y el silencio se ha convertido en la última forma de lujo.
La directora y fundadora de Válory, un corporativo especializado en divorcios de mujeres con hijos, Nieves Aparicio, explica: «La ventaja de esto es que nos libramos de recibir opiniones no solicitadas. Al final, todos se sienten con el derecho de dar su opinión y, sinceramente, las opiniones no respaldadas por profesionales como abogados o psicólogos pueden causar una gran confusión mental e incluso generar discordias con nuestra pareja al abordar las situaciones. A pesar de la buena intención, amigos y familiares no están al tanto de nuestra situación específica y pueden perjudicar más que ayudar».
Contar con un periodo para asentar las ideas, manejar el proceso de duelo e incluso explorar una nueva residencia permite a ambas partes de la pareja recién separada evitar enfrentarse a abrumadores sentimientos. Estas, en muchas instancias, se ven agravadas por las preguntas y comentarios de familiares y amigos, lo que complica aún más la ya de por sí la delicada y difícil ruptura. En un entorno que tiende a expresarse fuertemente, mantener el silencio, al menos en asuntos emocionales, puede resultar beneficioso.
Al mismo tiempo, nos hemos habituado a que tanto personas famosas como aquellos en nuestro círculo social hayan transformado las plataformas de redes sociales en un medio para divulgar detalles de sus vidas personales. Así, parece casi una obligación informar a los demás sobre nuestra actual situación de pareja.
«Sentimos casi la necesidad de actualizar a nuestro círculo social sobre nuestra relación de pareja porque, si en algún momento compartimos fotos y dejamos de hacerlo, podrían asumir que hemos roto. De hecho, es así como a menudo nos enteramos de las separaciones de celebridades: dejan de seguirse en redes sociales, eliminan fotos juntos, entre otras señales. También es común observar que un miembro de la pareja insta al otro a publicar fotos o videos para demostrar que están en una relación, ya que algunas personas suelen interpretar la falta de imágenes con una relación sentimental como señal de soltería. Sin embargo, no estamos obligados a mantener al tanto a nadie sobre nuestra vida privada si no lo deseamos», explica la autora de Perderte para encontrarme: Supera una ruptura y vuelve a enamorarte de ti, Elizabeth Clapés.
Expresar una separación resulta especialmente difícil durante las festividades de fin de año, una situación que también se presenta en reuniones familiares cuando alguien llega sin su pareja y se enfrenta a un interrogatorio inmediato. Por esta razón, hay personas que optan por no informar a la familia y prefieren esperar a que el tiempo transcurra, ya que, aunque no lo soluciona todo, contribuye a suavizar las tensiones.
«Optar por no divulgar la información es una manera de impedir que la conversación se centre en ese tema, evitando ser bombardeados con preguntas que podrían reabrir la herida. Sería ideal llegar a un acuerdo con la expareja sobre este asunto para prevenir malentendidos y conflictos innecesarios», indica la autora Clapés, refiriéndose a aquellos que prefieren no contar de su ruptura de forma inmediata.
La decisión de revelar o no un divorcio o separación, y el momento en que se haga, dependen de la percepción de la persona sobre estos temas en su entorno. Podría ocurrir más temprano o más tarde, o incluso no suceder. La elección siempre estará vinculada a la conexión de la persona con esa cultura o ideología, pero esta conexión ejerce una influencia significativa. Es importante tener presente que hay religiones en las que el divorcio no es concebido e incluso puede ser castigado.
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Es por esta razón que no debemos perder de vista conceptos como ascendencia étnica, la cultura, las expectativas sociales y las normas, pues también pueden desempeñar un papel significativo al decidir mantener en secreto una ruptura.
Las separaciones que se mantienen discretas captan nuestra atención debido a su total oposición al fenómeno de exhibicionismo emocional que en las redes sociales prevalece actualmente. En estos espacios, no es inusual que individuos de nuestro círculo cercano compartan comunicados detallados sobre el estado de sus relaciones y sus separaciones, como si fueran figuras públicas.
Podemos tomar como referencia la afirmación de Dan Lyons en su obra Cállate, donde señala que «el bullicio nunca cesará, pero nosotros tenemos la capacidad de desconectarnos. En aras de nuestra salud física y nuestro bienestar mental, es esencial intentarlo». En un entorno que nos impulsa a expresarnos más, guardar silencio puede ser considerado como una acción sabia de amor propio.
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