¿Hay algún secreto que desconocemos en nuestros genes y que nos ayudaría a vivir más? Eso es lo que tratan de desentrañar los científicos estudiando casos como el de María Branyas.
Hace unos días fallecía María Branyas, la mujer más longeva del mundo. Lo hacía con 117 años, una edad a la que contadas personas a lo largo de la historia han podido llegar. Pero desde unos meses antes de este suceso, su caso ya había llamado la atención de la ciencia. En concreto, de Manel Esteller, un reconocido catedrático de Genética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona.
Esteller se puso en contacto con María Branyas para tratar de desentrañar si el secreto de su longevidad se encontraba en sus genes. Para ello se tomaron muestras de sangre, saliva y orina de la anciana, que continúan bajo estudio. Aunque ya en una primera aproximación detectó que la edad de sus genes era aproximadamente una década menor que la que correspondería por su edad biológica.
Los factores que influyen para vivir más
Aunque la genética tiene un peso indudable en la mayor o menor probabilidad de que podamos gozar de una larga vida, Manel Esteller aclara que ni de lejos es el único factor. Otros, como la Dieta o los factores ambientales también juegan un papel relevante.
Entre estos últimos llama la atención uno que casi nadie tomaría en consideración. Y es que se cree que las personas que sobreviven a catástrofes suelen desarrollar una ventaja adaptativa que les permite vivir más. En el caso de María Branyas, además de sus genes, esto pudo haber influido, ya que a lo largo de su vida pasó por multitud de experiencias traumáticas, desde terremotos a incendios, y vivió en primera persona muchos de los horrores de la Guerra Civil. .
Unido a ello, el hecho de ser mujer también pudo jugar a su favor, ya que entre las personas más longevas de la historia, hay una abrumadora mayoría de mujeres. De hecho hay que escalar hasta el puesto 38 para encontrar el primer hombre en la lista de centenarios que han vivido más tiempo.
Una salud de hierro
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El estudio realizado a cabo por Esteller, también reveló que Branyas tenía reducidos niveles de grasa y azúcar que favorecían que gozase de un buen estado de salud. De hecho su muerte no se ha producido por algún problema cardíaco, ni por cáncer ni por ninguna otra enfermedad. María Branyas murió de forma plácida mientras dormía.
Aunque ya padecía problemas de vista, audición y movilidad, su salud fue casi siempre buenae incluyó padeció COVID pero lo superó sin mayores síntomas. Su lucidez mental era otra de las cosas que asombraban a todo aquel que tuvo ocasión de tratarla a tan avanzada edad.
En definitiva, María Branyas tuvo una vida larga y plena, sin exenta de dificultades, pero que le permitió conocer un mundo muy diferente al actual y ser testigo de multitud de acontecimientos históricos que tuvieron lugar durante el siglo XX. La información que se extraerá del estudio de sus genes es el legado más valioso que nos deja.
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