La inteligencia es un concepto tan abstracto y complejo que resulta difícil de definir con precisión. Pero sí podemos detectar hábitos y conductas que son indicativas de ella, y hoy te contamos uno.
Vinculamos la inteligencia con el conocimiento y la capacidad de resolver problemas. Pero la inteligencia es mucho más que eso. Es un concepto con tantos aristas que incluso algunas resultan sorprendentes. Por ejemplo, el psicólogo Adam Grant, autor del best seller Piénsalo otra vez nos presenta una perspectiva distinta de esta calidad, al afirmar que ser consciente de lo que desconoces es un gran signo de sabiduría.
Esto nos lleva a mirar la inteligencia desde otro prisma. No se trata solo de acumular conocimientos sino de la capacidad de darte cuenta de que hay muchas cosas que escapan a tu comprensión. Y aún más. Que las que das por seguras, puede que no lo sean.
Flexibilidad mental
Este psicólogo pone el foco en que un signo de inteligencia no es aferrarse a ninguna idea ni dar ninguna verdad como absoluta. Las personas verdaderamente inteligentes tienen convicciones, como cualquiera, pero están abiertas a someterlas a análisis. No miran el mundo desde su entendimiento, sino que dejan que sea la vida la que va moldeando sus creencias. Y si para eso necesitan cambiar de opinión sobre algún asunto, no se cierran a ello.
Por lo tanto podríamos concluir que la flexibilidad mental es un hábito que caracteriza a las personas inteligentes. Si bien los conocimientos que adquieren les llevan a determinadas conclusiones, siempre dejen la puerta abierta a que otra información pueda cambiarlas. Por lo tanto ven el aprendizaje como un viaje en el que lo que hoy es, mañana puede no ser. Son curiosas y por eso nunca dejan de explorar diferentes visiones de la realidad, y no se enrocan únicamente en las propias.
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El tomar conciencia de su ignorancia en relación a muchos temas y de que sus opiniones no son dogmas de fe es lo que hace que siempre estén abiertos a incorporar nuevos puntos de vista que modifiquen sus conclusiones. Por eso las personas inteligentes repiensan continuamente sobre temas en los que ya habían pensado con anterioridad. Pero no dando vueltas una y otra vez a lo mismo, sino exponiéndose a opiniones y enfoques diferentes para validarlos o no, y de este modo enriquecerse.
Adam Grant se expresa sobre este tema del siguiente modo «La antítesis del pensamiento excesivo no es pensar menos. Es repensar más. Pensar demasiado es reflexionar sobre viejas ideas sin utilizar una lente nueva. Reduce tu enfoque y te desgasta. Repensar es revisar el mismo asunto desde una perspectiva diferente. Amplía y agudiza tu visión»
Así que, si quieres empezar a adoptar algunos de los hábitos de las personas inteligentes Para que tu cerebro actúe como el de ellas, sigue este consejo. Cuando te encuentres estancada en algún tema sobre el que no haces más que dar vueltas en círculo, busca a alguien que tenga opiniones diferentes a las tuyas y charla sobre ese asunto. Su visión del mundo te abrirá nuevas perspectivas que quizás te ayuden a dar con la respuesta que estás buscando.
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