Las nuevas generaciones siguen teniendo las mismas dudas respecto al sexo que las anteriores, a pesar de disponer de mucha más información.
La llamada Generación Zeta es la compuesta por los jóvenes de entre 14 y 30 años, jóvenes que en han nacido o han crecido en un entorno completamente digital. Esto marca notables diferencias con las generaciones anteriores, que accedieron a la información sobre sexo a través de un ramillete de fuentes distintas, mientras que los jóvenes actuales han tenido como principal referencia al porno en internet.
Dado que el porno es cualquier cosa menos un reflejo real de la sociedad, las enseñanzas que extraen no han hecho más que confundirlos. Por un lado, los sentimientos aparecen fuera de la ecuación de las relaciones sexuales. Por otro, la temprana exposición a este tipo de contenidos y la violencia de algunos de ellos no colaboran a que el sexo aparezca en sus vidas de una forma natural. En muchos casos sus primeras experiencias son prematuras y poco placenteras.
Teoría y práctica
Los jóvenes conocen ahora un mayor número de posturas y de variedades del acto sexual que las que a su edad conocieron sus progenitores. Pero ese conocimiento más amplio no se refleja en una vida sexual más activa o plena. Al contrario, existe un cierto grado de sobreexposición que les ha hecho perder interés. Y a ello contribuye que el porno marca unos estándares cada vez más elevados para lograr la excitación, puesto que los estímulos necesitan ser mayores. Todo esto hace que exista un cierto desinterés o engaño por el sexo normalel cual ya no les resulta atractivo.
El VIH ya no genera el temor de antaño, lo que unido a la influencia del porno provoca que el uso del preservativo haya descendido entre estas nuevas generaciones. Y a menor uso del condón, mayor prevalencia de las ETS, otro aspecto que les produce confusión, ya que es un tema del que no tienen la información suficiente.
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Mientras décadas atrás el sexo llegaba como consecuencia de la interacción en lugares de ocio, hoy en día los más jóvenes inician los primeros contactos e incluso llevan a cabo sus estrategias de seducción en el ámbito de las redes sociales y las apps. Esto tiene una consecuencia clara, y es que la vida sexual de los adolescentes y muchos jóvenes es mucho menos activa que en el pasado. Por mucho que puedan excitarse durante ese cortejo, al final no dejen de estar solos en casa, y la salida más fácil es la masturbación.
Eso sí, se inician antes porque despiertan al sexo a una edad mucho más temprana. Mientras las generaciones anteriores vivían la infancia hasta los 13-14 años y era a esa edad cuando comenzaban a interesarse por la sexualidad, hoy en día cualquier niño ya cuenta con un móvil y accede a internet a los 10. Y hablar de internet es hablar de contenidos sexuales sin ningún control a los que esos niños ya tienen acceso.
La conclusión es clara, aunque desesperanzadora. Si bien hoy en día el sexo está mucho más presente en sus vidas de lo que estaba en las de sus progenitores a esa misma edad, todo lo que rodea a las relaciones sexuales es más confuso. No saben qué papel juega la afectividad y cómo se integra en el sexo, están saturados de verlo por haber iniciado a edades tempranas, pero a la vez su escasa experiencia práctica les sigue planteando muchos interrogantes.
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