E
n entregas anteriores he escrito algunas ideas vinculadas a Paulo Freire y Célestin Freinet. A continuación contaré al lector cómo fue que se produjo mi acercamiento a tan notables educadores contemporáneos, visionarios, de grandes valores y comprometidos con el pueblo.
Yo estaba por concluir la licenciatura en derecho y en mi tesis de titulación alcancé a incorporar algunas reflexiones de Paulo tomadas de su libro La educación como práctica de la libertad (edición del 20 de junio de 1972). Ese pequeño pero gran libro llegó a mis manos de la manera más curiosa y valorada posible. El artífice fue mi padre, Fernando Jiménez Bajata, Un buen día, El Viejo (así solía firmar algunos escritos dirigidos a mí) me dijo: Compré un libro muy interesante sobre educación, y me gustaría que hablemos de él. Invita a dos o tres amigos a desayunar el sábado y a reflexionar sobre las enseñanzas de Paulo Freire
(de manera parecida se solía proceder en casa). Fue así como en aquella ocasión (hacia finales de 1972) escuché por primera vez las expresiones bancaria
y liberadora
aplicables a la educación. Papá, en plena madurez, murió de un mal cardiaco unos meses después, en mayo de 1973, cuando ya había logrado titularme. El acercamiento inicial a Paulo Freire fue uno más de los regalos que recibí de El Viejo, mi primer gran maestro de vida.
La muerte de papá me cimbró. Dos años después dio un giro mi vida, dejé –como Freire– el derecho, pasé a la sociología y finalmente quedé atrapado hasta el momento actual en el campo de la educación, principalmente la relacionada con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sobre la que vengo indagando desde 1977. En 1982 publiqué El autoritarismo en el gobierno de la UNAM, que fue mi tesis de maestría en sociología, asesorada con lucidez, sencillez, rigor, compromiso y generosidad por Manuel Pérez Rocha, mi segundo maestro de vida.
Pero sigamos con mi aproximación a Freire. Durante el primer semestre de 1984, en fecha que no tengo registrada, tuve la suerte de participar en Ciudad Universitaria en un encuentro con profesoras y profesores de la UNAM, reunidos alrededor de Paulo Freire para escucharlo, pero la gran lección que nos llevamos las menos de 20 personas participantes fue que pronto Paulo, con gran calidez, se quedó en mangas largas de camisa roja a cuadros y nos puso a dialogar a todos, de tú a tú. Papá hubiera sido feliz de haber podido participar en el encuentro y dialogar con Paulo. Mi acercamiento a Freire, entonces, se enriqueció y estrechó en esas condiciones inimaginables.
Recuerdo que en algún receso dije a Paulo algo parecido a esto: En esta universidad ni siquiera se logra bien la educación bancaria: el profesorado hace como que enseña, el estudiantado como que aprende y la institución como que organiza el proceso educativo rutinario
. Me dijo que yo exageraba. A la fecha, no sé todavía quién de los dos tenía razón. Lo cierto es que urge reflexionar para transformar las prácticas educativas bancarias universitarias.
Por otro lado, el conocimiento de Freinet, sin lugar a duda, lo debo a Manuel Pérez Rocha. Manuel me habló del maestro José de Tapia, introductor de la educación Freinet, primero en España y después en México. El maestro Pepe, desde la primera conversación que tuvimos, me habló del trabajo escolar de Freinet, y ese mismo día pude ver su práctica con los alumnos. Pepe se convirtió pronto en mi tercer maestro de vida y puso en mis manos el libro Parábolas para una pedagogía popular: Los dichos de Mateo, con cuya lectura quedé cautivado. A raíz de entonces estreché una relación muy profunda con el maestro Pepe, establecimos una sólida amistad, obtuve su confianza, abrió su mente y su corazón, aceptó que lo entrevistara, me contó todo lo que le pregunté y los dos, de la mano, construimos el libro Un maestro singular: Vida, pensamiento y obra de José de Tapia y Bujalance, aunque, siempre lo he dicho, Pepe es el verdadero autor del texto.
Con el paso de los años descubrí la presencia de dos libros sobre educación en la biblioteca de El Viejo. La conservo ahora como parte de la mía; cuenta con muchos volúmenes, en especial de literatura, historia, derecho, filosofía, religión y muy pocos ejemplares sobre educación, y entre ellos uno de Freire, La educación como práctica de la libertad, y otro de Freinet, Técnicas Freinet de la escuela moderna. Me dio un gusto tremendo que papá también haya mostrado interés por Freinet. No está de más decir que conservo los dos libritos, como oro en paño, al lado de muchos otros sobre el tema educativo que he ido estudiando.
Coletilla: no puedo ocultar mi preferencia por Freinet, sobre quien continuaré escribiendo en esta página, y reconocer que conozco mucho menos de Freire, quien es estudiado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM por Miguel Escobar Guerrero, uno de los organizadores del encuentro de marras, que además convivió de cerca con Freire y tiene en el tintero cosas originales por contar.
¡Elevemos la mirada de la educación!
A Fabián, hijo mío, por animarme a escribir estas rayas; te recuerdo como escolar alfabetizador Freire.
* Profesor en la UNAM
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