EU y México blindan frontera aéreacon ejercicios militares conjuntos

Es noviembre 7 y en la Base Aérea número 13 de Chihuahua arranca el simulacro cuando un avión despega en Colorado Springs, Estados Unidos, y, sin motivo alguno, cambia la ruta trazada en su plan de vuelo. En la torre de control estadunidense alguien intenta contactar al piloto, pero éste no responde. El siguiente paso es informar a las fuerzas aéreas. Entonces dos aviones F16 levantan el vuelo en Nuevo México para escoltar a la nave sospechosa que se dirige hacia la frontera mexicana.

Aquí la coordinación binacional es fundamental, pues en la línea divisoria del espacio aéreo entre ambos países se releva la escolta y entra en acción un par de aeronaves T6C y un Embraer 145 de la Fuerza Aérea Mexicana, que han despegado de la Base Aérea número 13.

El avión se estrella en las montañas de Chihuahua. El piloto se ha desmayado tras presentar un cuadro de hipoxia. Al menos esa es la hipótesis central de estos ejercicios llamados Amalgam Eagle 2023, que las fuerzas aéreas de Estados Unidos y de México practican de manera conjunta desde 2013 para fortalecer los protocolos de seguridad de los respectivos espacios aéreos, ejercicios en el que MILENIO estuvo presente.

“Las naves sospechosas, o de interés, como les llamamos, pueden representar peligros más grandes para ambos países, incluyendo ataques terroristas o el tráfico de drogas”, dice el capitán segundo de sanidad, Carlos Reyes, quien encabeza un segundo ejercicio dentro del simulacro: un helicóptero del ejército mexicano desciende en medio de la maleza, mientras pequeñas piedras vuelan por todos lados. Un hombre herido levanta la mano y elementos del Sistema de Búsqueda y Rescate bajan para atenderlo y trasladarlo.

“Mi trabajo consiste en la evacuación de lesionados de una zona alejada, realizar una primera atención médica, estabilizar a nuestra víctima y evacuarla a un hospital”, dice Reyes.

Por su parte, Jack Rose, teniente coronel de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, destaca la importancia de prepararse ante incidentes con aeronaves sospechosas. “Si tenemos un avión que es sospechoso y el avión va hacia México, hacia la frontera, entonces tenemos que coordinarnos con el ejército de México para que ellos nos puedan ayudar”, dice.

Quien ha supervisado el simulacro es David Chirinos, administrador en cooperación de Seguridad de la Fuerza Aérea del Norte. Lo ha hecho desde las oficinas del Centro Nacional de Vigilancia y Protección del Espacio Aéreo (CENAVI) de México y, aunque han sido exitosos los ejercicios, espera que cada año las pruebas sean más rigurosas.

“Cada año tratamos de hacerlo lo más real posible”, dice Chirinos. 

“Tratamos de añadir retos para aumentar la capacidad de reacción entre ambos países, ya seaen la comunicación, en el tipo de aviones y en diferentes escenarios”.

Andrés Nazario, agregado de la Defensa de Estados Unidos en México, también comparte la idea de que cada año se le añada más riesgos a los ejercicios.“Eso es sumamente importante”, dice. “Yo veo que en este simulacro, de aquí a 3 años, sucederán simultáneamente todas las situaciones: aviones sospechosos, accidentes aéreos. Todo sucediendo al mismo tiempo para que nos pongan a prueba”.

De hecho, Nazario cuenta que apenas terminen el simulacro de este año comenzarán con las gestiones para el simulacro de 2024.

“Desde Tres días estamos hablando del próximo ejercicio; así que tan pronto terminemos aquí, nos reuniremos autoridades de los dos países para analizar las lecciones aprendidas y qué podemos mejorar”, explica y dice que el simulacro “es un fiel testimonio de la confianza, de la transparencia, de la colaboración”entre México y Estados Unidos.

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