noviembre 28, 2024

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Escuelas son un sitio más para la violencia; maestras también son víctimas

Escuelas son un sitio más para la violencia; maestras también son víctimas
La escuela es el cuarto sitio donde se ejerce mayor violencia contra las mujeres. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las relaciones en los Hogares 2021, 32.3% de las mujeres de 15 años y más que han asistido a la escuela experimentó algún tipo de violencia a lo largo de su

La escuela es el cuarto sitio donde se ejerce mayor violencia contra las mujeres. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las relaciones en los Hogares 2021, 32.3% de las mujeres de 15 años y más que han asistido a la escuela experimentó algún tipo de violencia a lo largo de su vida escolar; la violencia física (18.3%) fue la de mayor prevalencia a lo largo de la vida escolar, en tanto que la violencia sexual (13.7%) fue la más experimentada en los últimos 12 meses.

Las cifras se corroboran con algunos de los testimonios recopilados en el cuadernillo Escucharnos, difundido ayer por la organización Mexicanos Primero, como el de la madre de una niña que cursa educación básica: “Voy a contar una experiencia mía, yo sí tuve acoso escolar. Cuando iba en quinto grado, tuve un maestro que siempre me dejaba notitas en la mochila: ‘es que me gustas mucho’, me daba miedo; de hecho, yo siempre era la niña que llegaba al diez para las ocho porque entrábamos a las ocho y yo no sabía ni qué hacer; me quedaba fuera de la escuela, esperaba a que llegaran otras compañeras”.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, la organización destacó que las estudiantes no son las únicas afectadas, pues la violencia también impacta a 849 mil 185 maestras (70.2% del total de docentes), quienes pueden experimentar las desventajas propias de la desigualdad de género; por ejemplo, ganar menos que sus compañeros hombres a pesar de que las funciones que realizan son las mismas.

En el tercer trimestre de 2022 los maestros percibieron un sueldo de siete mil 600 pesos, mientras que las maestras de seis mil 400 pesos aproximadamente, sin que exista una explicación de esta diferencia. Y en los puestos de supervisión, datos de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) muestran que, con excepción de preescolar, todos los niveles y tipos educativos reportaron una mayoría de hombres que ocuparon dichos puestos: en primaria 62.3% y en secundaria 72.4 por ciento.

Según los testimonios del cuadernillo, en las aulas ellas siguen siendo vistas y tratadas de forma diferenciada por sus compañeros: “Hay compañeros que consideran que como mujeres sólo somos buenas como secretarias. Una vez haciendo un documento, (un maestro) dice ‘que lo hagan las mujeres, porque escriben bonito’, y se fue y se lavó las manos, o sea, ni siquiera nos ayudó a dar ideas para el documento…”

“(Por ejemplo), si estamos aspirando todos para la promoción horizontal y luego me piden tantas horas de cursos, hasta 200 horas de curso. Pues, a lo mejor, la maestra mujer no tiene las mismas oportunidades que el maestro hombre de hacer cursos, porque la maestra además ayuda a la familia. Y, entonces, pues, el maestro sólo dice: ‘oye, voy a un curso’ y se va, y la maestra tiene que pensar ‘híjole, los niños, pero y la comida y no sé qué, no pues ya no puedo ir al curso’. El sistema dice que sí se nos da la misma oportunidad, pero socialmente se nos limita”, dice una maestra.

Como parte de la desigualad, existen inquietudes como el uso de los uniformes, pues a pesar de que en algunas entidades como la Ciudad de México, desde 2019 las niñas pueden optar entre usar falda o pantalón, en muchos otros estados sigue habiendo distinción de uniforme para ellas, sin tomar en cuenta el clima o la comodidad que el pantalón les da para correr, brincar o jugar.

Mexicanos Primero advirtió que otra muestra de desigualdad es el lenguaje usado en materiales didácticos, pues se siguen reforzando estereotipos al presentar en materias como matemáticas, problemas en los que “Don Vicente tiene una tienda, mientras que la abuela borda ocho manteles”, o bien, “Pedro tiene tres balones y Sofía cinco muñecas”

En este contexto, planteó que un paso fundamental es empezar por escuchar a las maestras, estudiantes, académicos y autoridades educativas que buscan cambiar las prácticas discriminatorias para que esta desigualdad desaparezca y generar espacios en los que se sientan seguras para manifestar lo que quieren y lo que les molesta.

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