noviembre 25, 2024

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El enamoramiento: Un viaje neuroquímico de adicción y locura temporal ¿Cuánto dura realmente?

El enamoramiento: Un viaje neuroquímico de adicción y locura temporal ¿Cuánto dura realmente?

Según la ciencia, no podríamos estar enamorados más allá de cierto tiempo.

Todos hemos experimentado el amor en algún momento, y la mayoría ha sentido que puede perder el control. La ciencia se ha interesado en este fenómeno y lo ha investigado a nivel neurobioquímico. Diversos especialistas lo han comparado con un proceso de adicción y una especie de locura temporal. Inclusive, cuando nos enamoramos, las mismas áreas cerebrales se activan que cuando estamos bajo una adicción.

El investigador del Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas (CUIB) de la Universidad de Colima, Dr. Sergio Montero, define el enamoramiento como «una adicción, pues durante este proceso se secretan hormonas como las endorfinas y cannabinoides, algo así como la cocaína y la marihuana, respectivamente».

¿Cuánto nos dura un enamoramiento?

El experto indica que este proceso difiere entre mujeres y hombres; en las mujeres puede extenderse de seis meses a tres años; «tal vez por eso a las mujeres les resulta más difícil poner fin a una relación», mientras que puede durar hasta seis meses en los hombres.

Y esto también se explica porque las mujeres tienen estrógenos, lo que promueve un aumento en el tamaño del área tegmental ventral, la corteza prefrontal, la corteza del cíngulo y el hipocampo, que están más desarrolladas que en los hombres, «[…] por ello, la mujer genera más recuerdos, memorias, fechas, y el hombre casi no, también por eso es más fácil para el hombre terminar una relación», expresa el Dr. Montero.

Así mismo, la doctora en antropología biológica y destacada investigadora en el estudio del amor, Helen E. Fisher, afirma que un enamoramiento es finito, según estudios como este. Establece, respaldada por varios estudios, que una vez alguien se enamora, el sentimiento tiene una duración de entre 12 y 15 meses.

Después de la fase inicial del enamoramiento, el aumento de hormonas disminuye, lo que permite que el cerebro recupere su actividad normal, proporcionándonos una visión más clara (y menos idealizada) de la persona que tenemos frente a nosotros.

El amor y su química, según la ciencia

El enamoramiento se describe en los estudios como un baile hormonal. El Dr. Montero explica que cuando nos enamoramos, aproximadamente 19 áreas cerebrales del sistema límbico se activan, generando así el deseo por la otra persona y reduciendo la actividad de la corteza prefrontal.

Hay un conjunto de neuronas conocido como Área Tegmental Ventral (ATV) en el sistema límbico, que se activa para interactuar con las personas y segrega la hormona llamada dopamina. Esta sustancia, a su vez, activará otros circuitos neuronales en este sistema, como la corteza del cíngulo y el hipotálamo.

El experto explica los efectos del enamoramiento y la causa por la que «se nubla la razón» cuando nos pasa esto; en este proceso, la corteza prefrontal y la dopamina desempeñan un papel esencial, ya que dicha hormona reduce significativamente el funcionamiento de esta región cerebral, que es la responsable de razonar de manera lógica y de ver en la persona sus defectos de la persona, revirtiendo la forma de verle y llegando a idealizarla.

Entonces, aunque te adviertan que esa persona no es adecuada para ti, no podrás verlo claramente, precisamente porque más dopamina de lo habitual se está liberando.

El enamoramiento tiene un fin, y estas son las razones

En una entrevista para La Voz de Galicia, la doctora en Neurofísica por la Universidad de Barcelona, Sara Teller, afirma que, afortunadamente, el enamoramiento tiene una duración limitada, ya que cuando estamos enamorados, experimentamos una especie de embriaguez.

Como hemos observado, durante el enamoramiento, los niveles de dopamina se incrementan (la hormona que nos hace sentir «adictos» a esa persona y que, por poner un ejemplo, también nos ayuda a establecer un vínculo afectivo con nuestros bebés), y se reduce la actividad en la parte frontal del cerebro, la cual está relacionada con la razón. Además, la amígdala, la estructura que se activa con el miedo, se ve atenuada. En consecuencia, de alguna manera, nos sentimos más inclinados a probar y experimentar cosas nuevas o lo desconocido.

Por eso, nos volvemos más receptivos a conocer a esa persona. Sin embargo, a largo plazo, esos cambios neuronales nos hacen menos conscientes de las señales de peligro externas. Tiene sentido que este estado no se prolongue demasiado en el tiempo, ya que de lo contrario, nunca recuperaríamos esa parte más prudente y cautelosa.

Desde el punto de vista neurobioquímico, sería insostenible que siempre estuviéramos enamorados. No podemos permanecer constantemente bajo este sentimiento porque, en realidad, estar enamorado es una forma de «locura» que nubla nuestra razón. Además, este proceso consume extensamente nuestra energía, por lo que eventualmente nos sentiríamos agotados.

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