En el complejo escenario de las relaciones humanas, el abuso emocional se disfraza a menudo de amor, una trampa sutil que muchos caemos en la tentación de normalizar.
Este fenómeno, asociado al amor tóxico, oculta un comportamiento manipulador, que en este caso particular, se manifiesta a través del llamado abuso reactivo o «baiting». Descubramos cómo el narcisista te hace reaccionar para luego culparte.
¿Qué es el abuso reactivo?
Según la psicóloga Andrea Serrant, el abuso reactivo implica presionar los botones psicológicos de la víctima para que caiga en la trampa de la manipulación y provocación del narcisista. Este hostigamiento busca obtener una respuesta en forma de ira, enfado o agresión. La provocación tiene un propósito claro: inculpar a la víctima por su reacción, y en inglés se le conoce como «baiting» (poner un cebo).
El juego de la provocación
La táctica del abuso reactivo consiste en enfadar deliberadamente a la víctima para provocar una reacción. El agresor toca repetidamente puntos sensibles hasta que la víctima, llevada al límite, reacciona con patrones de conducta similares. Este giro convierte a la persona manipuladora en víctima aparente, justificando así sus propios abusos al hacer sentir a la víctima que ambos son iguales.
La sensación para quien lo experimenta es de frustración y culpabilidad. La psicóloga Jalu Aldana explica que el objetivo es conocer a la víctima, tocar sus puntos sensibles una y otra vez hasta que reaccione. La reacción se convierte en una herramienta para manipular y diluir la responsabilidad propia, haciendo que la víctima se sienta culpable por su comportamiento.
Según la psicóloga Jalu, muchas personas no denuncian este tipo de abuso porque creen que también participan en él. La complejidad del concepto radica en la manipulación, que busca anular la capacidad crítica de la víctima, basándose en estrategias de persuasión y sugestión.
Este tipo de abuso es frecuente en personas narcisistas, quienes identifican los factores desencadenantes de sus víctimas y estudian sus vulnerabilidades para usarlas a su favor. Controlar las reacciones emocionales y establecer límites claros son clave para recuperar el control.
Los psicólogos Saúl Mcleod y Julia Simkus explican que los narcisistas se alimentan de las reacciones emocionales, por lo que mantener la calma, la asertividad y la apatía es esencial. Sin embargo, como señala Jalu, es crucial no sentirse culpable al reaccionar frente a un ataque repetido y velado. Aunque controlar los límites es un desafío humano, no debemos permitir que la manipulación nos haga sentir responsables de nuestras reacciones.
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Como víctimas, es fundamental comunicar de manera asertiva la importancia de respetar nuestros límites. En relaciones sanas, este pedido se respeta, pero ante un manipulador, la experiencia personal nos enseña que no siempre es tan sencillo. La clave está en reconocer el abuso reactivo, aprender a enfrentarlo y, cuando sea necesario, alejarse de quienes intentan hacernos caer en su red de manipulación.
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