«Aunque resulta difícil hablar de la muerte con un niño, es necesario para minimizar su preocupación y resolver sus dudas»

La educación emocional consiste en aprender a relacionarnos de una manera adecuada con nuestras emociones y las de los demás, y así mejorar nuestras relaciones con nosotros mismos y con las personas de nuestro entorno (familia, amigos, compañeros, etc.).

Todas las emociones son necesarias, unas son más agradables (alegría) y otras menos (tristeza), pero sirven para aportar información y actuar en consecuencia.

¿Los adultos valoramos el mundo emocional de los niños?

En la sociedad, se está concienciando cada vez más de la importancia de tener en cuenta el mundo emocional de los niños y los adolescentes, ya que es fundamental l para el adecuado desarrollo de los niños. Sin embargo, muchos adultos no saben identificar y gestionar sus propias emociones, por lo que no son capaces de empatizar y validar cómo se siente el niño para ayudar a regular su emoción.

Es fundamental explicarles qué están sintiendo, por qué se sienten así y cómo pueden expresarlo de una manera adecuada. Cuando no le damos un espacio a esa emoción y/o la invalidamos, acaba expresándose de forma disfuncional, perjudicando sus relaciones sociofamiliares y produciendo un elevado malestar en el niño y su entorno.

Ahora que recientemente hemos celebrado Halloween, hablemos de miedo. ¿Es recomendable las bromas de miedo o sustos a los niños? ¿Desde qué edad un niño es consciente de celebrar esta tradición?

En general, los sustos y ciertos bromas de miedo son comportamientos que pueden generar mucho miedo y angustia en niños pequeños. Debemos valorar cada caso en particular. Además de la edad, influyen muchos otros factores como el temperamento del niño, su reactividad emocional o su estilo de respuesta, entre otros.

Al igual que los sustos, hay niños a los que les encanta disfrazarse de brujas y zombis y, en cambio, otros que prefieren no hacerlo. Por lo tanto, les debemos dar a elegir la opción de jugar o disfrazarse de lo que él o ella le apetezca, pues la finalidad última es disfrutar y pasarlo bien.

¿Cómo afecta a los niños el miedo a la muerte?

Los niños necesitan de un adulto que les explique qué es la muerte de una forma adecuada a su edad, por ejemplo, en niños pequeños suele ser útil el uso de cuentos y metáforas.

Aunque resulta difícil y doloroso hablar de la muerte con un niño, es necesario hacerlo para minimizar su preocupación y resolver sus dudas, explicándoles que es un proceso natural que ocurre en todos los seres vivos. Además, evite que el niño hable del tema y no responda a sus preguntas e inquietudes, le puede generar más inseguridad y preocupación.

Si han perdido un familiar cercano recientemente, ¿cómo podemos enfrentarnos a esta situación?

Debemos buscar el lugar y el momento adecuado en el que los adultos nos sintamos relativamente tranquilos. Explicarles qué ha ocurrido y qué significa para nosotros de forma calmada, hará que el niño pueda manejar mejor la situación y entender qué está pasando.

Cada niño es único y reaccionará de forma distinta según su personalidad, edad, estilo de afrontamiento, etc. No obstante, debemos respetar su forma de manifestar el dolor, siendo cariñosos y pacientes con él o ella. Debemos escuchar sus preocupaciones, permitir que el niño llore y se desahogue, normalizar y validar su tristeza y expresarle que todos echamos de menos a esa persona. Incluso si nos ven llorar y lo normalizamos como una parte del proceso (duelo), entenderá que está bien llorar si lo necesitamos y le facilitará el poder hacerlo él o ella.

Hacerles partícipes y acompañarlos en los rituales de despedida (entierros, funerales o cartas de despedidas…) les puede ayudar a comprender la pérdida, siempre que ellos quieran y veamos que se encuentran acompañados y protegidos. Esto permitirá que el niño pueda despedirse y aceptar poco a poco la pérdida del ser querido. No obstante, debemos respetar que el niño no quiera acudir y para ello podemos pedir a una persona de confianza para él o ella, que le acompañe durante esos momentos.

Otro aspecto fundamental es que el niño pueda continuar con sus rutinas lo antes posible como, ir al colegio o seguir sus rutinas, esto le permitirá sentir más seguridad y controlar el momento.

Sin embargo, en casos de muertes repentinas y traumáticas, debemos proteger a los niños apartándoles por un tiempo hasta que la situación se estabilice. Por ejemplo, si los progenitores están desbordados, debemos delegar en un adulto de confianza el cuidado del menor, como un tío, abuelo, etc.

¿Cómo aprende un niño a reconducir o saber llevar el miedo?

Los niños necesitan de un adulto para que les ayuden a comprender ese malestar e inquietud que corresponden al miedo, validar su emoción y permitir expresarla para tener seguridad y calmar al niño.

El cerebro de los niños es todavía inmaduro y su capacidad para regular sus emociones es todavía insuficiente, por lo que somos los adultos los que les debemos actuar como guía, enseñándoles a regularse emocionalmente a través de lo que decimos, cómo lo decimos, y cómo actuamos en consecuencia.

¿Cuándo necesita ayuda profesional un niño a causa de su miedo? ¿Dónde está el límite?

Cuando la reacción de miedo que tiene el niño es desproporcionada y le produce sufrimiento, interfiriendo en sus rutinas diarias y, posiblemente, en su entorno familiar. Es importante pedir ayuda profesional en estos casos, evitando que el miedo pueda extrapolarse a otras situaciones o contextos.

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